KONSUELO CAPÍTULO XI La soledad es el estado propio del genio y del elegido. Baudelaire, señores, Baudelaire. ¿Les suena? El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas estarás solo, y a veces asustado, pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo. Nietzsche nada menos. El cuervo vuela en bandadas, caballeros. Pero el águila vuela sola. Las memoriza Apolo palabra por palabra, como el primer día que las profirió exultante en la asamblea de la FORA. Y disfrutó del revuelo levantando ufano el asalchichado. Se las repite cada día como rezo. El individuo, camarada. El individuo. Todo lo que le hace falta para la vida está en esta habitación, dice, y se proclama austero. Un Mónaco en medio de Mozambique esta habitación, se dice otras veces. Y ahí no. ¡No celda, Radowitzky: habitación, aquí hay un individuo que habita no un penado que pena! Sólo sale tres veces de ahí en más: un par de curaciones de la herida, y
KONSUELO CAPÍTULO X Qué importa dormir poco o no dormir cuando la vigilia trae la dicha. Lo dicho: escribir es una gloria, lástima que después hay que llegar al lector. El reparto canuto se vuelve cada vez más laborioso. Son muchas copias a desapercibir y no hay penado que no sueñe con sorprender al padre de Konsuelo y gritarle suegrito. Menta escabulle como un tahúr, desliza, inserta, a veces en grietas tan hundidas que es una caza del tesoro descubrirlo. Tiene a favor al menos que ya no debe cuidarse de los guardias. Salvo de los idiotas, claro, -que levante la mano Calvito Unzaín-, que lo miran con ceja alzada. A todos, a todos los ha conquistado la pelirroja. Hay que retribuir, hay que ser agradecido. Pero cómo los ha flechado a todos mi pelirroja, ¿verdad Aroma?. En el patio, con cada capítulo una nueva postal. Bautizar a las cosas es religión penitenciaria. La máquina del tren es La Coqueta, la compuerta chillona de la exclusa es Magaldi. Imaginería. A unos metros del por