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Mostrando entradas de julio, 2020

Konsuelo - Capítulo II

Konsuelo Capítulo II Quiere contagiar al mundo una peste, inocule a un actor y suéltelo en farándula. Todos se conocen y si no se conocen  igual  se hablan. Se tocan. Son de tocarse y tocarse sin cesar. Palpan, soban, manosean, repertorio táctil tienen. Los camerinos son el templete del sagrado tacto. Viven tanteando y juego de manos ya se sabe. Que me toca a mí que te toca a ti. Tanto va el cántaro. Cada baño de camarines suma más embestidas contra el tocador que Vavara Softa la princesa rusa. Palmean también, palmean mucho. No pueden abrazarse sin aplaudirse las espaldas como para un bis. No sobreviven lejos del aplauso así que se lo manufacturan casero. ¿Habría mejor clan para diseminar una peste? La farándula es la barriada mísera donde cualquier plaga se despliega radiante. Mentita dixit. Facciosos y en secta: en ninguna otra comunidad podría desparramarse más rápidamente su letra libertaria, la Universala, piensa Mentita. Como si fuera poco vive además de la palabra escrita e

KONSUELO - CAPÍTULO I

KONSUELO CAPÍTULO I No hay cosa más hedionda en el parnaso del arte que un camerino después de la función. Función. Función le dicen, como si cumpliese alguna. Desconoce por completo el agua colonia la farándula. Miasmas. Gente sucia. Tocarlos ni con una pértiga. Pagando con billetes siempre pegajosos de sudor porque por miedo al robo entre ellos mismos se los llevan a escena en los bolsillos del vestuario. Se ha visto un Hamlet al que se le caían chirolas de cinco de las calzas mugrientas. Elenco oficial, me reservo el nombre. Escandalosos por demás. No les baja el volumen que traen de la sala y hablan en esos sucuchos como para la fila veinte. Vanidosos hasta la náusea, anidando entre espejos. Camerinos del elenco estable dicen. Establo llamémoslo, seamos justos una vez con el hermoso concepto palabra. Así, envenenado, más o menos por ahí lo masculla en una mesa del Café Teatral de Sabatino el copista Apolo Menta. Más Mentita por lo retacón. Masculla y nadie lo escucha, sentado solo