KONSUELO
CAPÍTULO IX
Que sí que no, que La
Parrala. La cabeza de Menta es un vaivén, pero bastante más fuerza el va…
Qué tiene de malo después
de todo. ¿Qué? ¿No es su letra lo importante, lo que debe preservar a cualquier
costo y por sobre encima de todo? ¿No fue todo esto al fin y al cabo un medio
nomás para difundir su Universala? ¿Qué importancia podría tener ahora que
Konsuelo morigerara un poquito su intransigencia y se dedicara algo más al recreo?
Risas. Si lo que hace falta acá son risas. La vida está para vivirla, individuo.
¿No es sano al fin de cuentas que alguien, digamos, valorado, lleve un rayo de luz
a la mazmorra, a la lúgubre mazmorra?
Valorado, caballeros.
He sido valorado. Con todas las letras. ¿Se me entiende? ¿A quién valoran aquí?
A ver... A la escoria valoran. Llegan visitantes en el vapor, bigotitos de la
cancillería a discutir fronteras incomprobables, damas de la caridad a lavar
culpas con jabón Pinche. Pisan la planchada del vapor y ya están preguntando
por el penal. Todos. Hambrientos de degradación moral, de escoria. Cómo ama lo
sucio la gente notable. ¿Podremos conocer al famoso noventa y nueve? ¿Al
retrasado Cayetano Santos Godino podremos conocer? ¿Al alegre ahorcador de
niños con un piolín chanchero? Le hacen corro acá en el patio los bigotitos, y
le hacen contar su historia. El circo Ushuaia y sus atracciones. Una jaula de
fieras domesticadas que después de rugir su numerito buscan el terrón de
azúcar. ¿Me da un zigarilio, señor? No para de pedir cigarrillo el petizo
histrión y por un pucho miserable cuenta su vida miserable. De cómo le atravesó
con un clavo el cerebro a una criatura cuenta con detalles. Y fuma y fuma. Ni
léxico maneja. Y ganguea y cecea. ¿Me da un zigarilio? ¿Me da un zigarilio? El
Petizo Orejudo es el Parravicini de la cárcel de Ushuaia. ¿Y qué harán al
regreso a sus hogares los bigotitos? Se lo contarán a sus niños con emoción.
¡Hijos, hijos, he conocido al mismísimo Cayetano Santos Godino! Aman la
degradación, señores. ¿No hay ejemplos morales, compañero? ¿No hay ejemplos?
¿Godino figura? ¿Godino encabeza? ¿Cartel francés, Godino? Qué nos queda
entonces a aquellos que hemos prestado un servicio destacado, a los que hemos
sido honrados expresamente por el alto estamento. Y de la capital nacional nada
menos el estamento. ¡¿Qué nos queda?!
No. No ha sido la
amenaza. Tampoco las módicas ventajas de preso buche recibidas. Ni el puestito
en la escuela ni el pernod. No, más hondo es lo que es.
Ah, cuánto hacen los ojos
del otro en la vida del uno.
Menta se juega y escribe
el primer capítulo de la nueva época. Como mal aprende rápido cualquier
plumífero en apuros: a embrollo en la tragedia desenredo en la chacota y se van
todos a la mismísima mierda. A falta de amasijo regocijo. A falta de huelga
jolgorio. Y en la necesidad -mascarita de hereje-, apela el pluma a su
experiencia bambalinesca. Que para algo tenía que servir alguna vez: no hay traspié
en una temporada dramática que no haya salvado un sainete vil. Santa Risa.
La Compañía del primer
actor cómico Florencio Parravicini llega de gira al Chaco.
Un bolo del puto
empleador. Fecal viniendo de quien viene. Sí, unas deudas pendientes.
Va por salones y clubes
la compañía llevando sus rutinas reideras.
¿Qué
le dijo una rodilla a la otra?: Seguro hay fiesta arriba porque vi subir a un
negrito con maracas…
Un lunes sin funciones
la compañía excursiona a la Colonia Amanecer. La irresistible Konsuelo desata feroz
el apetito del vicioso. Manjar de la diosa. Satisface su gula puerca, su amor
por lo evacuado, y con los mugrientos cómicos allí la cabaña comunal se llena
de chascarrillos y retruécanos.
Réplicas gruesas
copiadas alguna vez de esos vodeviles por docena que vuelven a la memoria de
Apolo sin esfuerzo.
Un
curda orinando en la calle. Una dama se pone furiosa: - ¡¡¡Qué bestia, qué
monstruo...!!! - Pase tranquila señora, le contesta el curda, que lo tengo
agarrao del pescuezo.
A la tardecita la
compañía desnuda se funde con la comuna en fraterna bacanal. Todos y cada uno
de los roles del reparto empelotados y abrochados.
Abstemios del agua y
jabón como siempre los faranduleros, los comuneros los asean primero en el
arroyo.
-¿Cómo
enseñan a sus hijos los actores a ponerse los calzoncillos?
-Amarillo
adelante, marrón atrás.
Gran desenfreno en la
orgía colectiva, y en reunión cumbre los líderes: la conductora sodomiza al
bufo con un consolador tallado en hueso de buey. Un glande perfecto en la
cabeza de un femur. Huesiiiito. Mordisqueá huesiiito… A él y al consueta, que
le da letra jocosa mientras grita de dolor. De un anito al otro anito. Flac
flac flac flac.
Reite de mi apellido,
farandulero…
Konsuelo le vuelve a
hacer de vientre en las fauces abiertas. Acá la venganza no se come fría. No,
que…
Una tórrida saturnalia
chaqueña.
La divina colorada cierra
el capítulo con su infaltable aforismo. Positivista y terrenal esta vez: No te rías de tu camarada, ríete con él. La risa es remedio infalible.
La población carcelaria
come lo que le sirven, pobre, se agita con la nueva bufonada y carcajea hasta
perder el aire. Sul petto, sul petto, fammi sul petto…
Sopa
fría le dicen al consueta: la grasa le tapa el fideo…
¡Risas, risas y más
risas! ¡Una explosión de carcajadas!, diría la marquesina en enormes letras
cruzadas.
Menta goza el correr
sedoso de la pluma Soennecken lubricada en Pelikan, esmera la universala, la
ornamenta con florituras y bucles, y sostiene a puro desvelo la docena de
cuadernillos de la nueva tirada. Demandado como nunca resigna un poco más de
sueño todavía y llega a tirar un viernes quince de ellos. Con el pernod y el
agua fresca de esa noche recibe un paquete misterioso: lo abre anhelante: en su
envase inconfundible de rojo sobre amarillo, fresca suave y persistente, en su
presentación clásica de novecientos centímetros cúbicos. Agua Colonia La Franco
Inglesa.
Ah, si Rosina pudiera
verlo reconocido al fin. Por el populacho y por los que saben: el pedestal más
alto al que te pueden elevar. Con cuanto derecho reclamaría de una vez por
todas la llave de adelante. Basta de anito para mí, chola. Para algún fracasado
el anito.
Semana tras semana se
consolida exitosa la bufonada. La Colonia Amanecer entra en relajo espeso.
Un
representante recibe a un artista:
-
Tengo un número espectacular, soy el hombre mosca.
-
¿Camina por las paredes?
-
No, me pongo alitas y me paro arriba de un sorete.
Los Notables se enfurecen
con el giro chusco del folletín. No es digno, compañero. No es digno.
¿Qué
hacen dos cojones en un juzgado?
Declaran
como testículos.
¡Rían amargos rían!
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