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KONSUELO - CAPÍTULO I

KONSUELO
CAPÍTULO I

No hay cosa más hedionda en el parnaso del arte que un camerino después de la función. Función. Función le dicen, como si cumpliese alguna. Desconoce por completo el agua colonia la farándula. Miasmas. Gente sucia. Tocarlos ni con una pértiga. Pagando con billetes siempre pegajosos de sudor porque por miedo al robo entre ellos mismos se los llevan a escena en los bolsillos del vestuario. Se ha visto un Hamlet al que se le caían chirolas de cinco de las calzas mugrientas. Elenco oficial, me reservo el nombre. Escandalosos por demás. No les baja el volumen que traen de la sala y hablan en esos sucuchos como para la fila veinte. Vanidosos hasta la náusea, anidando entre espejos.

Camerinos del elenco estable dicen. Establo llamémoslo, seamos justos una vez con el hermoso concepto palabra.

Así, envenenado, más o menos por ahí lo masculla en una mesa del Café Teatral de Sabatino el copista Apolo Menta. Más Mentita por lo retacón. Masculla y nadie lo escucha, sentado solo en una mesa de cuatro con la esperanza de que algún compañero del ideario pase y se le siente, pero no. Nunca. Labios asalchichados, repelen. Menta pero no pica, cuaja de agrio nomás, dice un apuntador que la va de histrión del área subsuelo. Solo en mesa grande siempre, Mentita. Al plato le masculla. Diatriba a una ensaimada de pastelera.
Odio por la farándula lleva por título el melodrama de su vida, y encabezando elenco del odio suyo y con cartel francés en marquesina Politeama, Parravicini Florencio, capocómico degradado comemierda. El público lo idolatra pero para Apolo, capocómico degradado comemierda. Comemierda por un gustito que dicen, comentan, consuma, consume, de vez en cuando con una partiquina que después va y cuenta. Vaya a saber. Y quién en la vida no tiene por ahí su gustito, vamos. Pero comer parece que come. De buena fuente. Al rumor me refiero.

Ídolos adoran las tribus, masculla Menta. Los individuos civilizados respetamos ejemplos. Pero él ídolos también, qué me viene a decir a mí. Radowitsky, el gallego Silveyra, y Ghiraldo. Bronces del ideario ácrata. Se derrite por un saludo soso desde enfrente. Anarcoindividualista, Menta. Pero tolerante del colectivismo se manifiesta el compañero. Va a las peñas y reuniones, a las asambleas y tertulias y verbenas del ideario, pero mesa sólo ahí también. Algo en el aspecto, rechazo causa, labios asalchichados franckfuter. Labio asalchichado fruncido el de arriba sin bigotes: causa. No lo digo yo lo dice el apuntador del Politeama, yo tengo un amigo labio asalchichado. Probó bigote pero pelusiento ralo causaba más todavía. El labio causa, pero lo que causa sobre todo es el bracito objetor. Cómo causa el bracito objetor. Corto el bracito derecho arriba, manga con gemelos de monograma a cada rato en la asamblea. Repele. ¡Objeto! profiere con gritito, causa y todos miran para abajo sulfurados. A cualquier moción: ¡Objeto! ¡Objeto!
Magister Calígrafo titulado en la Escuela de Comercio. De la camada inicial. Diploma, medalla y abrazo. Fervoroso del tintero y los plumines desde infante: del fervor al fanatismo y del fanatismo a la manía solitaria. Sólo encuentra la paz trazando; se dobla sobre la mesa como una afilada v inversa y traza, traza. Se deja ir en trance en rulos, elipsis y angulados y solo así transido, el rencor se le duerme un rato y lo deja vivir. Antes que dar clase a los infantes ensoberbecidos del Buenos Aires, antes que certificar en tribunales oscuros un manuscrito, se dedica a copista teatral y traza y traza y traza doce horas por día. Doce años seguidos. Libretos y particelas. Entrega cada noche en camarines, cobra cuando puede, y odia.
Se burlan bajito de Apolo en camarines porque tiene nombre de sala teatral. Y del léxico. Y de todo lo demás se burlan también.
Por abajo del consueta me tienen le masculla después a la ensaimada pastelera, resentido, en el café de Sabatino. Consueta es apuntador. Todos dicen apuntador, pero él consueta, que nadie usa. Cosas que repelen junto con el bracito, el labio y decir pértiga; cómo no se da cuenta la gente que repele que repele. Se susurran sucio con el consueta que yo escribo chiquito para pijotear papel. Se creen que no los escucho, que sordo soy se creen. Lógico, acostumbrado a sus gestos ampulosos y a sus aullidos, cualquier proporción áurea les resulta cagada de mosca. ¡Mayúsculas copista, inviértame un poquitín en mayúsculas! ¡Mayúscula tienen la ignorancia, bromistas!

Apolo del sexo exiguo. Rosina se llama ella y es poetisa discreta. Peruana. Y maximalista. Mañanas de martes de quincena por medio, coito. Le pasa en limpio los poemas interminables de largos, porque es modernista ella y escribe todo para abajo. Un presupuesto quincenal en resma. Por el ano, por el ano, por el anito, así ritmo andino, canturrea locuela la versista incaica, este adelante es de mi cholitooo. Los andinos y su debilidad por los diminutivos. El cholo frentista es el marido. Grabador al aguafuerte de temas sociales. Comunista comercial. Pero lo que se dice propietario de todo el frontispicio no certifica el artista, vale aclarar. Administra la poeta los tres agujeros en una verdadera reforma agraria y no mezcla fluidos. La tierra de quien la trabaja. Cadacual con su cadacuala, dice. Y acomoda. Aquí, allá y acullá. Platea, palco y gallinero. Una acomodadora del físico. El cholo oficial, un sonidista uruguayo de radio Del Pueblo, que es el usuario oral, y nuestro Menta. En ese orden de ingreso. Para Menta una alcuza siempre de aceite Bau. Vez por quincena coito Rosina y para el resto novelitas obscenas que compra de sotamanga a un canillita del Paseo de Julio. Sin fotos. Aborrece las fotos, Menta. Que ninguna imagen ajena empañe el poderío de lo que la palabra trae. Palabras sucias nomás compra. Una colección en archiveros de sobrio cartón entelado sobre el techo del ropero. En paquetes por autor. Anónimas las novelitas, pero Menta en su ojo experto aprende a reconocerles la pluma a cada una. Tiene sus preferidos y los bautiza. Una etiqueta escolar en cada paquete con el apodo del pluma: Feérico, Lúbrico, Telúrico, Barrabás.
¡Objeto! Profiere con el bracito estirado en asamblea de la FORA, cuanto más estirado más repele, se hace el abierto pero mete púa anarcoindividual. El colectivismo es el movimiento pero el individualismo es el motor. No lo manifiesta porque los peones panaderos le tiran migas chupadas desde palco alto, pero lo piensa. Todo viene de algún gesto individual. Mi gesto es la letra, piensa, y sueña intenso una vez más como cada día con crear una propia, personal y comunitaria, una caligrafía del proletariado unido que le legue al mundo una forma universal como la que el doctor Zamenhof  ha inventado para el idioma, capaz de hacer entender y unir a toda la humanidad entre sí. El esperanto de la caligrafía. Si se ha podido crear aquel solidario idioma global, cómo es que nadie ha creado aun su par caligráfico. La forma universal del lenguaje universal. Y ya no levanta bracito, no objeta, ni escucha a los oradores, ensueña intenso y sale de la asamblea como sonámbulo. Y transido esa noche, borracho de dar vueltas en remolinos de tinta, en trepadas empinadas y toboganes veloces como la montaña rusa del Parque Japonés, deja ir la mano en una línea y en otra y aparece el trazo de esa letra frente a sus ojos. Sobria. Lejos de la ostentación cortesana de las góticas, las francesas y las inglesas, compañero, y sin esos nacionalismos retardatarios, la letra del futuro, la que aprenderán los párvulos y con ella a la libertad. Internacionalista y obrera, capaz de unir al mundo entero en sus grafismos comunes. Una letra global que invite a los analfabetos al alfabeto, compañero, que se lo haga disfrutar como una bella música. La letra del pueblo, nacida de una mano librepensadora para pasar de esa a otra y a otra e ir así de mano en mano llevando el conocimiento a todo el planeta. Entrando por su belleza y sencillez sorprendente a esos lugares donde la letra no suele entrar. A las barriadas orilleras, a los patios de inquilinato. Uniendo al mundo en la comunión de la forma. Sólo mayúsculas y minúsculas, sin imprenta. Letra no tipografía. Los tipos son letras muertas. Seriadas. Capitalistas. Cadáveres de plomo. No, la belleza es manuscrita. Como aprendió alguna vez de memoria y para siempre de la carátula del Cuadernillo de Caligrafía I: «El arte de representar con belleza los sonidos orales por medio de signos gráficos, o bien, la única bella arte gráfica de la palabra». Ser el revolucionario del arte gráfica de la palabra, sueña. Crear la letra libertaria que esperaba el esperanto, la que lo completa. Acuña en poco tiempo veinticinco de los caracteres de su letra, se le resisten la k y la q, pero va mechando entre tanto cada día las que tiene aquí y allá en esos libretos miserables. Libretos, le expone a la ensaimada con cara de empacho, ni a libro llegan. Y ahí va en un parlamento la a suya cuyo brazo ahora no es ese del mendigo lastimoso que pide sentado si no el del solidario que ofrece; y va la m evocando las espaldas sufrientes de los estibadores. Y así trazando se bolea esa madrugada, resbalando en la tersura de esas arcadas y ojivas, de esas estelas que vuelan y se desvanecen en lo alto. Y usando ese abecedario trunco todavía termina por vez primera de copiar íntegro al fin con él un sainetucho vil, Guarda laucha que anda el gato. Ordinario. Lamentable. Lo redime este bautismo de tinta pelikan, piensa, la grandeza caligráfica de esta letra. Lo entrega en boletería al otro día y vuelve a su pieza y a su grafomanía. A la siguiente entrega se lo cruza a Parra saliendo del baño del pasillo. El comicastro le palmea la cabeza, tiene la mano salpicada todavía el chancho, y mientras se abrocha la bragueta le dice concentrado en el último botón: bravo bravo la letrita nueva, copista, bravo y bis espero. Por fin una letra que pide lectura, escribiente. Ni lentes me hicieron falta. Cómo será de corrediza que me aprendí la letra yo. ¡Y para que me aprenda la letra yo! Eso lo dice ya entrando al camarín y el elenco ríe. Ríe siempre la compañía de los chistes del cabeza aunque no los entienda. Apolo disimula los ojos llenos de lágrimas. Ya no sufre con que Parra llame la letra a las chanchadas que repite en el tablado, ensuciando en la comunión la palabra más bella del universo. Gritonean acovachados ahí adentro los actores sobre las novedades del Royal Pigall, pero él no escucha; del Pedómano Pujol, que toca La marsellesa con el culo, hablan. Y del Pajero Mental que en una jaula, desnudo sin tocarse, y con solo cerrar los ojos se la alza y se la descarga. ¿Nunca en camarines un soneto de Bécker? Pero no escucha, no, porque está embargado en una emoción sorda. Y muda. Ha gustado. Su letra ha gustado. Al fin y al cabo, seamos justos, el ser humano es sensible por naturaleza, se dice y le sonríe a Parra, es el capital el que lo embrutece. Cómo se eleva el alma frente a lo trascendente, compañero. Y sus labios asalchichados no sonríen porque sabe feucho el rictus y la sonrisa ha sido abolida, pero su adentro sí, y piensa que debería animarse alguna vez quizá tal vez a ver una función de ese artista, que no por menor ha de ser necesariamente falto de sensibilidad. Y hasta en acercarse a comer con el elenco alguna noche al Tropezón, piensa. Y sale a contramano justo cuando el público comienza a entrar a la platea y vuelve al cuartucho caminando Corrientes arriba hacia el barrio de los judíos. Y no ha cruzado Pasteur todavía y tiene ya como en un calco animado de esos del señor Disney, el recorrido enérgico de la k, erguida la perpendicular y rematando en comba alta, una faz al futuro; elevada la diagonal superior terminando en punto que evoca puño en alto, y decidida la inferior como paso de activista en marcha. Y sube las escaleras de la pensión fragante a pepino encurtido y le aparece la q. Sin cruz alguna que arrastre resabio religioso la q, por favor; una flecha en su lugar clavada hacia abajo, en busca comprometida de lo profundo. Y siente parido ahora sí al fin completo el abecedario nuevo del hombre nuevo. Y se lanza ahí mismo ansioso a probar sus grafos libertarios sobre dos libretos y ocho partichelas. Y ya está especulando con diez la semana siguiente y con mil para la cumbre de temporada. Y muchos más todavía para la que viene. Y ya no le alcanza solo el mundillo a su euforia letromaníaca y sueña en desbordarse después al mundo. Y con millares de cuadernillos de renglón caligráfico en todas las escuelas. Y por qué no, con el Liceo Menta de las Bellas Artes Gráficas.

Y mientras recalienta en el Primus su caldo de rabo, brinda sólo con un resto de vino y con él la bautiza. Mojando la pluma en carlón lo registra arriba del cuadernillo incompleto y lo sueña ya carátula: Redondilla Universal de Apolo Menta. Lee, piensa, duda, pasa el secante, vuelve a dudar. Borra suave ahora con goma de tinta, de tinto debiera ser, y sobre escribe en acto de justicia. Reconocida en su idioma hermano, el esperanto, la bautiza ahora sí para la eternidad que esa noche empieza: Universala Rondeta

Comentarios

  1. Excelente relato y excelente iniciativa! Felicitaciones Mauricio! Será compartido.

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  2. Me encanta! Ya espero la entrega del próximo viernes

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  3. Pinta pa bueno el relato. Se agradece!

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  4. Muy bueno! Qué personaje Apolo Menta...

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  5. Paaa! Cuanto adentró pa sacar! Lo veo a Mentita, lo veo.

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  6. Gracias Mauricio... el fantasma de Angulo sobrevuela el sonido del relato.

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  7. Que lástima .. falta mucho para el viernes que viene! Ejercitaré la paciencia y trataré de reprimir la gula. Por la lectura o por la comida.
    Acá estoy como rulo de estatua esperando lo que viene.

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  8. Muy bueno, Máster.
    Hay olor a unipersonal, eh.

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  9. Me encantó!!!! Espero el viernes que viene!!!

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  10. Empezó un paseo por un sótano de ilusiones enmohecidas, resentimientos pringosos y pensamientos regurgitados de la mano de un gran personaje "invisible". ¡Hermoso! ¡Gracias, Maestro! ¡Vamos por el próximo viernes!

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  11. Amé. Gracias! "La belleza es manuscrita" será citada, aviso... Hasta el viernes!

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  12. Cojonudo discurrir entre bambalinas de la mente o del de Menta que siente, piensa y lee caligráficos gestos. ¡Merde! ¡Que maravilloso puchero! Aquí planto el culo y espero.

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  13. Muchas Gracias. Esperando a Mentita (por lo retacon...)

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  14. Muy, pero muy, muy bueno. Comienza "bajito' y va creciendo, creciendo hasta volverse un texto grande, original manera de "encumbrar" el oficio del letrista. Me encantó el humor, el mundo del teatro tan bien pintado.Felicitaciones

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  15. Ya me enganchaste Mauricio ¡el sabatino! ¿Al Hamlet de las calzas mugrientas lo vio en el teatro de al lado? Quiero creer que no es el de Francisco Ducasse ¿No?

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  16. Nuestro Mentita llegó al periódico...
    https://www.clarin.com/revista-enie/escenarios/mauricio-kartun-extrano-comunidad-_0_j2TCtfXDH.html

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    Respuestas
    1. El Hamlet, ahora que releo, me suena más al de Guillermo Battaglia, el tío, por supuesto.

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  17. Muy bueno, Mauricio. Gran observador de personajes empequeñecidos por el resentimiento, la frustración, los dobleces. En el contexto de hoy, siguen vigentes.

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