KONSUELO CAPÍTULO X Qué importa dormir poco o no dormir cuando la vigilia trae la dicha. Lo dicho: escribir es una gloria, lástima que después hay que llegar al lector. El reparto canuto se vuelve cada vez más laborioso. Son muchas copias a desapercibir y no hay penado que no sueñe con sorprender al padre de Konsuelo y gritarle suegrito. Menta escabulle como un tahúr, desliza, inserta, a veces en grietas tan hundidas que es una caza del tesoro descubrirlo. Tiene a favor al menos que ya no debe cuidarse de los guardias. Salvo de los idiotas, claro, -que levante la mano Calvito Unzaín-, que lo miran con ceja alzada. A todos, a todos los ha conquistado la pelirroja. Hay que retribuir, hay que ser agradecido. Pero cómo los ha flechado a todos mi pelirroja, ¿verdad Aroma?. En el patio, con cada capítulo una nueva postal. Bautizar a las cosas es religión penitenciaria. La máquina del tren es La Coqueta, la compuerta chillona de la exclusa es Magaldi. Imaginería. A unos metros del por...